Su excelencia señor Ministro de Relaciones Exteriores, Ing. Carlos Morales Troncoso,
Su excelencia señor Saud Abdulaziz Al-Sowaidi, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Estado de Qatar,
Honorable señora Valerie Julliand, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas y Representante Residente del PNUD,
Honorable señor Gianni Morelli, Representante Regional de la Oficina de las Naciones Unidas de Asuntos Humanitarios para América Latina y el Caribe,
Honorables señores miembros del cuerpo diplomático y consular acreditados en el país,
Señores delegados de los hermanos países del Caribe,
Señores miembros del gobierno dominicano, Señores representantes de los medios de comunicación,
Señoras y señores:
Quisiera iniciar estas palabras, brindándoles a todos ustedes, quienes nos honran con supresencia, la más cálida bienvenida a este evento y a la República Dominicana.
HOPEFOR, la iniciativa que hoy nos reúne, fue definida por las Naciones Unidas como un marco de cooperación mundial para mejorar la eficacia en el uso de los recursos militares y de la defensa civil en las operaciones de socorro. Promovida por el Estado de Qatar, la República de Turquía y la República Dominicana, surge de la realidad que hemos estado confrontando y de la experiencia internacional en materia de desastres y de operaciones de emergencia.
El objetivo principal de HOPEFOR es mejorar la coordinación humanitaria cívico militar y asegurar una respuesta apropiada, eficaz y coordinada en operaciones de socorro, de conformidad con el derecho internacional humanitario, así como con los principios humanitarios fundamentales de imparcialidad, neutralidad, independencia y asistencia basada en las necesidades.
En este primer encuentro regional sobre la Iniciativa HOPEFOR asistimos al comienzo de un importante proceso que la República Dominicana pone en marcha de la mano con los demás países hermanos del Caribe.
Les invitamos a que nos acompañen desde el primer paso, en el que les compartiremos los detalles de esta Iniciativa, al tiempo que solicitamos su participación para concretarla, enriquecerla y ponerla al servicio no sólo de nuestros propios países, sino de toda la comunidad internacional.
Señoras y señores,
Todos los estudios existentes coinciden en la tendencia a que el número de casos humanitarios aumente a causa del cambio climático, que está produciendo una mayor frecuencia o una mayor exacerbación de fenómenos naturales de efectos catastróficos para vidas y propiedades.
La única manera de reducir al mínimo las consecuencias destructivas de los desastres es una preparación efectiva y la coordinación de todos los recursos que se movilizan ante estos fenómenos.
Esa preparación es uno de los desafíos más importantes para los países de nuestra área geográfica, y en ese proceso es indispensable incluir medidas para mejorar la eficacia en la respuesta, a través del fortalecimiento de mecanismos a nivel regional y sub-regional, que faciliten la ayuda de vecino a vecino.
Cuanto más cercana se encuentre la disponibilidad de ayuda, antes se recibirá, y todos nosotros sabemos que, en las operaciones de emergencia humanitaria, la rapidez representa muchas veces la diferencia entre la vida y la muerte.
El devastador terremoto que hace tres años desoló a nuestro vecino Haití, en el que nuestro país acudió a prestar las primeras atenciones de emergencia a sólo horas de éste haber ocurrido, nos dejó importantes lecciones. Ya hay quienes señalan esa experiencia como un nuevo modelo de asistencia internacional en caso de desastre, en el que la primera respuesta de socorro de un país vecino precede a las respuestas de otros actores internacionales.
Quienes estudiaron ese caso exponen que la República Dominicana “poseía la perfecta combinación de proximidad geográfica, conocimiento del terreno y voluntad para ayudar, capacidades que probaron ser indispensables para los haitianos en las horas y días que siguieron al terremoto”.
En nuestra región los desastres naturales no son una posibilidad, son una realidad. Por eso debemos estar preparados con un modelo que responda a esa necesidad y desarrollarlo lo antes posible.
Aproximadamente uno de cada diez tsunamis oceánicos ocurridos en el mundo en los últimos 500 años, sucedió en el Caribe. Solo entre 1960 y 1989 los huracanes en la Cuenca del Gran Caribe causaron 28,000 muertes, afectaron las vidas de seis millones de personas y provocaron pérdidas de $16 billones de dólares en propiedades. Son cifras, muy dolorosas y costosas para nuestros pueblos. Recordemos, además, la magnitud de los fenómenos naturales que nos afectan, y enfrentémoslos con el tamaño de nuestros territorios.
Un huracán o una tormenta tropical tienen el poder para afectar toda la extensión geográfica de cada uno de nuestros países y tener efectos devastadores en términos de pérdidas de vidas, de propiedades y de daños medioambientales. Un solo terremoto puede echar abajo nuestras economías. Pero la vulnerabilidad de las naciones del Caribe no sólo está determinada por la extensión territorial. El riesgo depende también de las condiciones económicas, sociales e institucionales de su sociedad. Diferentes estudios coinciden en que el Caribe y América Central, al igual que Oceanía y el Sudeste de Asia son las zonas del mundo con mayor vulnerabilidad a los desastres naturales. Asentados en esa realidad, está claro que no tenemos tiempo que perder.
En sentido general, la mayoría hemos mejorado la preparación para enfrentar los desastres naturales que más frecuentemente nos afectan, pero ni nuestros habitantes tienen las condiciones, ni nuestras economías tienen la capacidad suficiente para recuperarse tras cada devastación.
Posiblemente, ninguno de nuestros países ha podido llevar cuentas de los impactos macroeconómicos que ha tenido cada huracán, cada tormenta, cada inundación o de cada terremoto que los han azotado en los últimos cincuenta años. Pero todos sabemos que la recuperación es lenta y difícil. Hasta ahora, cada uno de nosotros ha estado haciendo lo que puede, todos hemos ido creando instituciones especializadas para hacer frente a las calamidades naturales. Nuestra propuesta, a través de la iniciativa HOPEFOR es que trabajemos unidos, coordinemos esfuerzos y nos extendamos la mano mutuamente ante futuras emergencias.
El propósito inicial es fortalecer los mecanismos de coordinación humanitaria en casos de desastres naturales, particularmente en el uso de los recursos militares y de la defensa civil extranjeros. Este objetivo surgió tras comprobar la creciente participación de las fuerzas militares locales e internacionales en la respuesta a graves desastres naturales en todo el mundo, y reconocer la eficacia con la que han desempeñado su papel.
Aún así, la coordinación entre los activos civiles y los militares en esas operaciones de socorro, no siempre ha sido efectiva. Civiles y militares trabajan con procedimientos totalmente distintos, lo que crea conflictos y confusiones en el terreno.
La Iniciativa HOPEFOR surge con el propósito de crear las condiciones para que ambos grupos de voluntarios puedan regirse por principios y procedimientos similares.
El proyecto se asienta en los siguientes pilares:
Primero, entrenamiento y doctrina, mediante el cual se busca lograr procedimientos estándares tanto entre grupos (civiles y militares) como entre países.
Segundo, actividades operacionales, que se centran en la creación de un pool de expertos que, bajo la dirección de la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, pueda ser una vía para el intercambio de experiencias y de lecciones aprendidas, así como para actuar como enviados de esa oficina coordinadora a escenas de desastres. Para los países promotores de la Iniciativa HOPEFOR es prioritaria la creación de capacidades locales, dado que toda acción desde el exterior debe considerarse que será sólo una ayuda, no una sustitución de los recursos locales de respuesta.
El tercer pilar es la preparación, en atención a que la mejor forma de evitar la pérdida de vidas y propiedades es la efectiva preparación a nivel local. Y el cuarto pilar son los Centros Regionales de Excelencia, que serán, sin lugar a dudas, uno de los aspectos de mayor importancia en la Iniciativa y se constituirán en centros de entrenamientos conjuntos, de estudio, de recopilación de información, de intercambio y de análisis de experiencias. Se plantea que funcionen como banco de datos del pool de expertos regionales, como centros de acopio de equipo técnico y materiales de apoyo y avituallamiento, y que se conviertan en centros de coordinación regional en caso de que un desastre sobrepase las capacidades nacionales del país afectado.
La República Dominicana tiene ya un proyecto para la instalación de un Centro de Excelencia, que aspira a contar con un Directorio Regional en el que todas las naciones del Caribe estén representadas.
Como uno de los tres países impulsores de la Iniciativa HOPEFOR, hemos asumido el compromiso de promoverla regionalmente, y de incorporar a nuevos socios. Con ese propósito los hemos convocado a ustedes a este encuentro. La idea no es que la República Dominicana esté preparada para enfrentar los desastres naturales que ocurran en su territorio. La idea es compartir, cooperar con Cuba y con nuestros socios del CARICOM, para que la región cuente con una plataforma eficaz que le permita mitigar los efectos adversos de los desastres.
Todos –ustedes y nosotros – estamos a bordo de un mismo barco que se llama mar Caribe. Y, como nos demuestra la implacable temporada ciclónica anual, los huracanes y las tormentas tropicales no nos discriminan. Todos tenemos que estar bien preparados, y lo mejor es que lo que hagamos, y que lo hagamos juntos, porque, como hace siglos descubrieron los seres humanos: En la unión está la fuerza.
Pongamos nuestros recursos humanos y técnicos mejor preparados a disposición de nuestros vecinos, para identificar vulnerabilidades, para salvar vidas y ayudarlos a reducir daños.
Nuestro país, por ejemplo, está en camino de instalar un Sistema de Información Geográfica, una tecnología diseñada para capturar, almacenar, manipular, analizar y desplegar en todas sus formas la información geográficamente referenciada. Esa es una de las herramientas más modernas y de mayor eficacia utilizadas en la gestión de riesgos para casos de desastres naturales.
Cuando esté instalada, será puesta al servicio de la región, y nos servirá a todos, como corresponde al criterio del vecino ayudando al vecino. Para nosotros, la situación tiene un sentido de urgencia. Es, literalmente, cuestión de vida o muerte.
Los invitamos a trabajar de la mano. Hagamos juntos lo que nunca se ha hecho en materia de ayuda humanitaria. Vamos a unir nuestros esfuerzos como nunca antes, para preservar la vida. Manos a la obra!
Muchas gracias.