Excelentísimo Señor Presidente de la República, Lic.
Danilo Medina;
Honorable Señora Vicepresidenta de la República, Dra.
Margarita Cedeño de Fernández;
Honorable Señora Primera Dama de la República
Lic. Cándida Montilla de Medina;
Honorable Ministro Administrativo de la Presidencia, Lic.
José Ramón Peralta;
Honorable Ministra de Educación, Lic.
Josefina Pimentel;
Honorable Ministro de Salud Pública, Dr.
Freddy Hidalgo
Honorable– Señora Representante del Unicef, María
Jesús Conde
Distinguido Director General de Programas Especiales de la Presidencia,
Dr. Pedro Luis Castellanos
Señores Ministros;
Honorables Miembros del Cuerpo Diplomático y Consular y de los Organismos Internacionales acreditados ante el Gobierno de la República Dominicana;
Autoridades Civiles y Militares; Invitados Especiales; Señoras y Señores;
Muchas gracias a todos por acompañarnos esta tarde.
Estamos aquí para hacer frente a uno de los principales retos que este gobierno tiene ante sí. El de dar a nuestra infancia el cuidado y el apoyo que necesita. Nuestro bien más preciado es nuestra gente. Somos lo que refleja nuestro pueblo, lo que somos capaces de construir como ciudadanía.
Somos el trabajo de nuestros padres y madres, la sabiduría de nuestros maestros, las innovaciones de nuestros científicos y técnicos, la inspiración de nuestros artistas. Lo que amamos y apreciamos, nuestras familias y comunidades, nuestros valores, en definitiva, lo que somos como individuos y como pueblo.
Todo eso que conforma el pueblo dominicano se forja en buena medida durante los primeros años de vida. Podemos decir, sin temor a exagerar, que somos y seremos lo que son nuestros niños y niñas. Nuestra infancia no es simplemente un número para engrosar las estadísticas de exclusión social, pobreza, mortalidad, enfermedades y bajo rendimiento académico. Es el rostro de nuestro país, del país que somos y del país que aspiramos a ser.
Abrumadora evidencia científica y práctica nos muestra que los primeros años de vida son determinantes para la salud, para el aprendizaje, para el trabajo y la creatividad, para las posibilidades afectivas y sociales… Es el periodo más importante en el desarrollo de una persona, cuando aún nada está escrito y todo está por hacer.
Los desafíos que tenemos en nuestro país son enormes. Este año nuestra población de 0 a 4 años de edad ronda el millón de niños y niñas. Sin embargo, la cobertura educativa para los niños de 3 y 4 años alcanza únicamente al 30.4% y, de ese porcentaje, el 83% de los servicios son brindados por el sector privado, lo que dificulta gravemente el acceso de las familias con menos recursos.
Aún mayor es el déficit que tenemos en los menores de 3 años. La cobertura de las Estancias Infantiles disponibles, tanto en la Seguridad Social, como en el CONANI y otros entes públicos, no alcanza a más de 15,000 infantes de esta edad, es decir, alrededor del 1.5% del total.
Los servicios de salud, especializados en la primera infancia, en el primer nivel de atención de salud, tienen baja cobertura, sobre todo en los barrios más empobrecidos.
En resumen, en un país con un 40% de hogares dirigidos por madres solteras pobres, en un país en el que miles de dominicanas luchan a diario solas por la crianza de sus hijos y por su supervivencia, el apoyo a la educación y protección de los más pequeños alcanza a una porción mínima de toda la población infantil.
Es ahí donde comienza a tejerse el círculo vicioso de la pobreza y el subdesarrollo. En la soledad y el desamparo de esas mujeres que no encuentra quien las ayude a la hora de salir de casa a trabajar o estudiar, a la hora de asegurar la formación y seguridad de sus hijos.
Las consecuencias negativas de estos déficits, históricamente acumulados, se reflejan en los indicadores sociales del país.
Al menos el 10% de nuestra infancia, al llegar a los 5 años tiene manifestaciones de desnutrición crónica. La mortalidad materna en el 2011 fue estimada por el Ministerio de Salud Pública en alrededor de 106 mujeres por cada 100,000 nacidos vivos, y la mortalidad de menores de 1 año para ese mismo año, en 27 por mil nacidos vivos. El 20% de la niñez de esta edad carece de registro de nacimiento, y entre los más empobrecidos alcanza hasta el 41%.
El rendimiento escolar en la educación básica muestra que, además de los problemas de calidad de nuestra educación, parte de nuestra niñez ya ingresa con claras deficiencias en su capacidad de aprendizaje.
En suma: dificultad de aprendizaje, desnutrición, anonimato, problemas de salud. Estos son los terribles muros que colocamos frente a muchos de nuestros niños y niñas cuando precisamente lo que necesitan es empuje y campo abierto… Esto significa que muchos pequeños y pequeñas comienzan la carrera de la vida con una clara desventaja, en un terreno de juego que está más desnivelado para unos que para otros.
Esto es, en definitiva, faltar a la promesa de un mejor mañana; y esa es una deuda que el mañana, tarde o temprano, se cobra.
Se la cobra con desigualdad: con un pueblo pobre y un país débil, se la cobra con desesperación y con vergüenza, y a veces también con el crimen que azota nuestras calles.
Corregir esta situación, derribar esos muros, despejar y equilibrar este terreno, es tarea del Estado. Y este gobierno está decidido a realizarla, a través del Plan Nacional Quisqueya Empieza Contigo.
Y para hacerlo, hemos comenzado por “ordenar la casa”, para garantizar que las acciones se implementen eficazmente. Históricamente, los diversos entes públicos que prestan atenciones a esta población, han actuado de forma descoordinada y frecuentemente con enfoques parciales, sin la integralidad necesaria para lograr un impacto real. Por eso el plan que hoy presentamos ha sido pensado de forma conjunta y será implementado de forma coordinada.
Las funciones de Rectoría y conducción estratégica, claves para asegurar el desarrollo armónico y con calidad de las atenciones brindadas a la primera infancia, serán fortalecidas, pero también serán concentradas en un solo órgano rector, con suficiente autoridad y capacidades, dedicado exclusivamente a estas funciones.
De la misma forma, nuestro objetivo es alinear los esfuerzos de todo el gobierno, de todo el Estado y de toda la sociedad, en torno a un proyecto integrador y participativo. Ministerios, entes autónomos descentralizados, municipalidades, organizaciones no gubernamentales e iglesias, así como organismos de cooperación internacional serán parte fundamental de este esfuerzo nacional por nuestra infancia.
Agradecemos y valoramos igualmente la cooperación recibida del Banco Interamericano de Desarrollo, del Banco Mundial, del UNICEF, la UNESCO y otros organismos de Naciones Unidas, así como de la Organización de Estados Iberoamericanos, con quienes hemos venido trabajando en la elaboración de este plan.
Confiamos en continuar y fortalecer esta cooperación en el marco del Plan que hoy anuncia el Sr. Presidente.
El proceso que iniciamos hoy tiene un largo alcance y metas ambiciosas que requerirán de esfuerzo y dedicación. Sabemos que el cambio no se hará realidad de la noche a la mañana, pero si comenzará desde hoy y a buen paso.
Para empezar, en los próximos días se hará pública la licitación para las primeras100 estancias infantiles que deberán ser construidas a lo largo del presente año. Solo en este año, tenemos previsto invertir 3 mil setecientos millones RD$ en estancias infantiles.
Igualmente se divulgarán los términos de referencia que nos permitirán establecer acuerdos de trabajo con Organizaciones no gubernamentales, comunitarias, y basadas en la fe para gestionar en los próximos 3 años un total de 1000 centros y redes comunitarios de atención infantil y familiar en los barrios y pueblos. Este año destinaremos 600 millones RD$ a poner en operación120 de dichos centros y redes comunitarias.
Señoras y señores,
Empezábamos diciendo que somos, como país, lo que vive y siente nuestra gente. Esto es verdad, tanto para sufrir los problemas que nos aquejan, como para encontrar las soluciones que anhelamos.
Y por eso, al igual que en otros programas que ha presentado y presentará este gobierno, la participación activa de los dominicanos será parte esencial en el éxito de este plan integral para la infancia. Necesitamos de su compromiso, como
ciudadanos informados, siguiendo la labor de gobierno y criticándola si es necesario. Pero los necesitamos especialmente como padres y madres. Procurando el afecto, la atención y el tiempo que nuestros hijos necesitan. Haciendo el mejor uso posible de los recursos que el Gobierno pondrá a su disposición, y complementándolos, por supuesto, con aquel otro tipo de formación y valores que solo una familia puede dar.
Sabemos que no será fácil hacer realidad este gran proyecto. Habrá que superar grandes desafíos que requieren importantes esfuerzos. Sin embargo, todo aquel que tiene un hijo o hija sabe que no hay motivación más fuerte para seguir adelante que velar por su felicidad. Es el momento de transformar ese esfuerzo individual en un proyecto de país, que nos enorgullezca a todos. El gobierno da hoy el primer paso. Y a nuestros hijos e hijas, un día, les diremos esta verdad: que fue difícil, que fue largo, pero que lo logramos, trabajando juntos.
Muchas gracias.